¿QUÉ ES LA CORRESPONSABILIDAD?
Al comienzo de cada año, la Iglesia Metodista de The Woodlands enfatiza el valor de la mayordomía, alentando la generosidad y los compromisos financieros anuales de sus miembros para apoyar el trabajo vital de sus ministerios.
La mayordomía consiste en dar intencionadamente espacio a Dios en nuestras vidas. Significa dedicar nuestro tiempo, recursos y energía a honrarle, reconociendo Su presencia en todo lo que hacemos, y dándole "lo primero y lo mejor". Cuando hacemos espacio para Dios, nos abrimos a sus bendiciones, nos alineamos con sus planes y reflejamos su amor a los demás. Dar no es sólo marcar una casilla o cumplir con obligaciones; es crear oportunidades para que Dios trabaje en nosotros y a través de nosotros. Al vivir de esta manera, crecemos en la fe, profundizamos nuestros vínculos con los demás y formamos parte de algo más grande que nosotros mismos.
La generosidad honra el mayor regalo que Dios nos ha dado: Su Hijo, Jesús. Cuando damos, reflejamos su espíritu de generosidad, ofreciendo nuestro tiempo, talentos y recursos como una forma de honrar a Dios y compartir su amor con los demás. Lo que damos, por pequeño que sea, crea ondas que impactan a otros de maneras que quizá nunca veamos.
Dar no se trata de lo que la Iglesia quiere de ti; se trata de lo que Dios desea para ti. Él quiere que vivamos con las manos abiertas, dando desde un corazón agradecido y confiando en que Él proveerá para nuestras necesidades mientras usamos lo que tenemos para bendecir a otros.
El diezmo es una práctica bíblica que nos enseña a dar prioridad a Dios. Al darle la primera porción de lo que tenemos, reconocemos que todo lo que tenemos viene de Él. El diezmo es una manera tangible de hacer espacio para Dios, mostrando que confiamos en Él para satisfacer nuestras necesidades.
La corresponsabilidad no es algo que tengamos que hacer, sino algo que podemos hacer. Nos invita a formar parte de algo más grande, permitiendo que la obra de Dios transforme no sólo nuestras vidas, sino las de todos los que nos rodean. Cuando vivimos generosa e intencionadamente, dejamos espacio para que Dios actúe en nosotros y a través de nosotros. Dejamos espacio para que Él transforme el mundo.