Como seguidores de Jesús, tenemos una historia que contar sobre un Dios que nos llamó a una fe salvadora. Nuestras historias son tan diferentes como las personas que las cuentan, pero lo que tienen en común son las relaciones y las personas que desempeñaron un papel esencial en nuestra fe. De la misma manera que Jesús invirtió en los primeros discípulos, nosotros invertimos en los demás compartiendo nuestra fe, sirviendo de mentores, enseñando y liderando.