De una generación a otra

20 de febrero de 2025 | Tiempo de lectura: 1 min

Por: Rev. Mark Sorensen

Una generación alaba tus obras a otra; cuentan tus proezas. - Salmo 145:4

El pasado fin de semana, más de 350 estudiantes se reunieron en Forge, nuestro retiro anual de estudiantes, para adorar, buscar al Señor y profundizar en su fe. Estudiantes de nuestra iglesia y de otras iglesias del área metropolitana de Houston llenaron nuestro santuario. Pero lo que más me conmovió fue lo que sucedió después de que comenzó la música.

El sábado por la noche, tuve el privilegio de asistir al culto y a la enseñanza del Rev. Mark Swayze. Cuando miré a través de la habitación, vi a adolescentes de rodillas, con las manos extendidas, adorando con tanta autenticidad y pasión. Verdaderamente, fue un momento sagrado para mí - uno que me recordó el Salmo 145:4. A menudo hablamos de invertir en la próxima generación, de volcarnos en ellos, de equiparlos para que lleven adelante la fe. Y debemos hacerlo. Es una visión importante de nuestra iglesia.

Pero este fin de semana me han recordado que la próxima generación también se vuelca en nosotros.

Hay algo en la adoración desinhibida y desvergonzada de nuestros jóvenes que desafía e inspira a los que llevamos más tiempo en el camino de la fe. Su fuego, su hambre de Dios, su voluntad de responder - nos recuerda lo que realmente importa. Nos llama a profundizar.

Amigos, tengo que decir que estoy muy agradecida de formar parte de una iglesia multigeneracional, donde la fe no sólo se transmite, sino que también se transmite. Donde la sabiduría de la experiencia se encuentra con el fuego y el corazón de nuestra juventud. Donde la presencia de Dios nos forma a todos juntos.

Permítanme animarnos y desafiarnos a todos. Que sigamos volcándonos en la próxima generación, y que también estemos dispuestos a recibir lo que tienen que dar porque, como me ha recordado este fin de semana, tienen mucho que enseñarnos.

Hoy, sea cual sea la temporada en la que te encuentres, aférrate a Filipenses 4:4: no te regocijes en tus circunstancias, sino en el Señor. Y aquí está la buena noticia, amigos: Incluso en el desierto, incluso en los momentos amargos, Él es siempre Aquel que refresca y restaura.

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