Inclinarse hacia la Cuaresma
27 de febrero de 2025 | Tiempo de lectura: 1 min
Por: Rev. Mark Sorensen
"Ahora mismo", declara el Señor, "volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento". - Joel 2:12
Debo confesar que, al crecer, no asistí a una iglesia que se inclinara por los tiempos litúrgicos como Pentecostés, Adviento o Cuaresma. Sin embargo, una vez que entré en la Iglesia Metodista hace casi 28 años, no sólo me familiaricé con estos ritmos del calendario cristiano, sino que rápidamente llegué a amarlos. Y la Cuaresma es una de esas estaciones que ha moldeado profundamente mi fe.
¿Qué es exactamente la Cuaresma? La Cuaresma es una jornada de 40 días (excluidos los domingos) que comienza el Miércoles de Ceniza y conduce a la Pascua. Es un tiempo de reflexión, arrepentimiento y preparación para la celebración de la resurrección de Cristo. Es un tiempo sagrado para volver a Dios con todo nuestro corazón, tal como el profeta Joel instó al pueblo de Dios a hacer. Durante la Cuaresma, dejamos a un lado las distracciones y nos acercamos al Señor mediante la oración, el ayuno y la renovación.
La Cuaresma es también un tiempo de sacrificio. Muchos deciden observarla renunciando a algo o añadiendo una nueva práctica espiritual, como recordatorio del sacrificio de Cristo y como parte de una invitación a crecer en la fe.
Quizá este año ayunes de las redes sociales, de la cafeína o de algún hábito que distraiga tu corazón de Dios. O tal vez añadas algo: la oración matutina, la lectura diaria de las Escrituras o actos de generosidad. Elijas lo que elijas, el objetivo no es sólo disciplina; es devoción.
Más que nada, la Cuaresma consiste en profundizar nuestra relación con Dios, acercarnos a su presencia y preparar nuestros corazones para la alegría de la mañana de Pascua. Porque cuando termina el camino de la Cuaresma, no nos quedamos apesadumbrados, sino todo lo contrario: ¡nos alegramos! ¿Por qué? Porque la Pascua nos recuerda que Cristo ha vencido al pecado y a la muerte y, gracias a Él, tenemos esperanza, victoria y vida nueva.
Que este tiempo de Cuaresma nos lleve a todos no sólo a la reflexión, sino a una celebración más profunda de todo lo que Jesús ha hecho.
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