Gracia y paz, amigos. Rezo para que esto os encuentre bien.

Mientras escribo este devocional, estoy sentado en mi escritorio con una taza de café caliente, disfrutando de la primera bajada de temperatura de la temporada de otoño y tengo que decirles, que estoy aquí por ello.

Las estaciones son curiosas en Texas. Los veranos parecen ser más secos y calurosos de lo que recuerdo en años pasados, lo que me recuerda un dicho que oigo a menudo: "¿No te gusta el tiempo en Texas? Espera 24 horas". ¡No está mal! Lo que sabemos es lo siguiente: Siempre llega un cambio. El calor que crees que durará para siempre empieza a desvanecerse lentamente, y un cambio en la temperatura trae consigo el recordatorio de que el mundo en el que vivimos es un mundo en constante cambio.

En Eclesiastés 3:1 leemos: "Para todo hay una estación, y un tiempo para cada cosa bajo el cielo". Así como cambian las estaciones, también cambian las circunstancias de nuestras vidas. Sin embargo, en cada estación, Dios permanece constante. En cada estación, siempre hay algo de belleza que encontrar y contemplar. La verdadera pregunta es: ¿estamos atentos?

Así que estoy aprendiendo a aceptar los sutiles cambios que traen consigo las estaciones.

Camino un poco más despacio, miro menos el teléfono. En lugar de eso, elijo ver la belleza que me rodea y lo que el Señor está haciendo en medio de todo.

Eso, amigos míos, es tiempo que no se pierde. ¿Qué me decís? ¿Te unes a mí?

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