Cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante que debíamos seguir, lo dijo de forma sencilla. Ama a Dios y ama a tu prójimo. Él modeló el tipo de amor de siervo que nos obliga a servir con sacrificio en nuestra iglesia, hogares, comunidades y el mundo. Desde saludar un domingo por la mañana hasta servir en el Ministerio Infantil y en las misiones locales y mundiales, entendemos que nuestras vidas tienen un gran propósito y pueden marcar la diferencia en las vidas de los demás.