Finalidad y significado del Miércoles de Ceniza

23 de febrero de 2022 | Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Dr. Bob Hayes

Al acercarnos a la Cuaresma -2022- haríamos bien en centrarnos en la finalidad y el significado de este tiempo santo que comienza el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante cuarenta días (excluidos los domingos), hasta la puesta de sol de la víspera de Pascua. Es un tiempo en el que los cristianos de todo el mundo reflexionan sobre las implicaciones de su lealtad a nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

Celebrada por los seguidores y discípulos de Jesús desde principios del siglo II, en tiempos de Constantino -y quizá incluso antes-, su finalidad era instruir a los paganos conversos en la fe y preparar a los "reincidentes" para volver al redil. Las prácticas originales de esta estación sagrada incluían el ayuno, la oración y el autoexamen. Más tarde, se añadieron otros requisitos externos que se centraban en profundizar en la vida devocional y el crecimiento de los cristianos fieles. Hoy en día, la Cuaresma se ha convertido en un tiempo para el "despertar" de nuestras almas, la victoria de nuestros espíritus sobre las cosas materiales, de la vida sobre la muerte, y del amor creativo y renovador de Dios que se abre paso a través de nuestra rebeldía y nuestros pecados. De hecho, la palabra "Cuaresma" procede del anglosajón "Lencten", que significa "primavera". Su propio significado indica renovación y una gran aventura en las profundidades del ser de Dios y del nuestro.

Este viaje de cuarenta días también simboliza la experiencia de cuarenta días en el desierto que Jesús vivió inmediatamente después de su bautismo (Mateo 4). Allí, en el desierto, Cristo venció las tentaciones del diablo. La Cuaresma es ese tiempo que nos muestra que si examinamos nuestras vidas, rezamos, ayunamos y meditamos, también nosotros podemos vencer las tentaciones de este mundo.

La Cuaresma es mucho más importante que renunciar a alguna bagatela cada día. Es el abandono del tiempo que perdemos en búsquedas frívolas, en nuestras vanidades egoístas y, sí, en nuestra propia comida. Señala esa estación del año en la que se nos pide que renunciemos a lo que es bueno, como un sacrificio personal, intencionado y vivo. Renunciamos a lo bueno por lo "temporalmente mejor", que es demostrarnos a nosotros mismos que, bajo Dios y con Dios, controlamos nuestros deseos, apetitos y placeres legítimos, y que ellos no nos controlan a nosotros.

En otras palabras, la Cuaresma es nuestra oportunidad para enderezarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Dentro de todos nosotros hay sembradas innumerables posibilidades, ocultas y enterradas, y sólo cuando nuestras vidas se ajustan correctamente con la fuente de luz y vida, nuestras posibilidades se convierten en realidades. En pocas palabras, la Cuaresma puede ser una "primavera" para tu alma si haces la corrección necesaria y necesaria de tu vida con Dios.

Como he dicho antes, la Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza, que siempre tiene lugar el séptimo miércoles antes de Pascua. Sorprendentemente, las cenizas que más se utilizaban en esta observancia procedían de las ramas quemadas de las palmas del año anterior, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos, que señalaba el comienzo de la Semana Santa. Las palabras de la imposición -la colocación de las cenizas en la frente- están tomadas del Libro del Génesis (3:19), cuando Dios declara a su humanidad rota: "Porque polvo eres y al polvo volverás". Estas palabras son un recordatorio de nuestra mortalidad y nuestra penitencia, y significan que durante los próximos cuarenta días debemos asumir la responsabilidad de ese día como si se nos hubiera impuesto una obligación.

El color de la Cuaresma es el morado. Es el color de la penitencia. También es el color utilizado para significar la realeza, como la de un "Rey" que va delante de nosotros como cordero del sacrificio de Dios.

La Cuaresma es tiempo de humildad y arrepentimiento. La oración. Autoexamen y abnegación. Con la ayuda de Dios, la Cuaresma es ese tiempo en el que se nos pide que miremos en lo más profundo de nosotros mismos, encontrando esas faltas y sentimientos que nos han alejado de una relación más profunda y significativa con Dios y con Jesucristo, buscando encender el cambio que transformará y renovará.