La sala de la libra de Dios

20 de octubre de 2022 | Tiempo de lectura: 1 min

Por: Rev. Mark Sorensen

Siempre me han fascinado las historias que se esconden tras la fabricación de las cosas. Por ejemplo, el piano Steinway. ¿Sabía que estos pianos se fabrican igual hoy que cuando empezaron a producirse, cuando Henry Steinway inició su negocio hace más de 140 años? El proceso no es rápido. Se necesitan 200 artesanos y 12.000 piezas individuales para fabricar uno de estos pianos de fama mundial. La parte más crucial del proceso se conoce como el proceso de doblado del aro, en el que 18 capas de arce se doblan alrededor de una prensa de hierro para crear la forma del piano Steinway. A partir de ahí, se aplican cinco capas de laca y se frotan a mano en el arce, hasta llegar al proceso final. A continuación, el instrumento pasa a la Sala Pounder, donde cada tecla se prueba 10.000 veces para garantizar su calidad y durabilidad.

Al oír ese término, la "Sala de los Pounder", mi mente se remontó a 2 Corintios 4:7-9. El apóstol Pablo dice que debido a la esperanza que tenemos en Jesucristo,

"Ahora tenemos esta luz brillando en nuestros corazones, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro. Esto deja claro que nuestro gran poder procede de Dios, no de nosotros mismos. Los problemas nos acosan por todas partes, pero no nos aplastan. Estamos perplejos, pero no desesperados. Dios nos persigue, pero nunca nos abandona. Nos derriban, pero no nos destruyen". (NLT)

La descripción que hace Pablo de las pruebas a las que nos enfrentamos se parece mucho a la Sala del Pounder de Dios. ¡¿Quién diría que tenemos tanto en común con un piano Steinway?!

Tal vez sea aquí donde te encuentras hoy, amigo. Deja que esta palabra de aliento te encuentre hoy: Recuerda, somos obra de Dios y en la presión, en el aplastamiento, hay un propósito: conformarnos más y más a Su imagen. El enemigo quiere que las aflicciones y las pruebas nos empujen a la desesperación, sin embargo Pablo dice que ocurre lo contrario: En realidad añaden un brillo de gloria a nuestras vidas que refleja la imagen y el poder de Dios que actúa en nosotros.

¡A Dios sea la gloria!